Contaba Manuel que había sido invitado a una recepción organizada por Georges Salles, director de los museos de Francia, a modo de encuentro entre jóvenes artistas y artistas consagrados. Así, durante el discurso de presentación él se escabuyó de entre la gente y se dirigió al buffete a ver si podía comer alguna cosa. Al acercarse a la mesa donde estaba esperando el aperitivo vió a una figura esbelta, oscura, que se le había adelantado. Era Giacometti, que al verle le invitó a sumarse a él. Enseguida se trabó una complicidad entre ambos y Giacometti le dijo que un día pasara por un restaurante al que él solía ir mucho, el restaurante Tamaris.
A veces solían comer allí juntos. Un día, hablando sobre el trabajo de cada uno, Manuel le pregúntó si cuando él hacía una figura ponía barro sobre el esqueleto de alambre o al contrario, hacía la figura y después le arrancaba materia. Giacometti le dijo intrigado que por qué le hacía esa pregunta. "Porque o bien tu proceso creativo consiste en quitar, con lo cual tú serías un final, o en vez de eso consiste en poner, con lo que serías un comienzo". Manuel siempre contaba que Giacometti reaccionó con una gran carcajada, no desvelando si le contestó una cosa o la otra. "Pero desde ese día", solía concluir, "yo creo que algo cambió en sus esculturas".
javier segurado
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