En 1958, si no unos meses antes, Manuel decidió utilizar las anilinas como material pictórico. El porqué de esta decisión no está del todo claro. Él conocía las anilinas de los años que había pasado trabajando en los textiles de Sabadell. Allí lo utilizaban para teñir las telas. Era un producto muy barato, y el lamentable estado económico de Manuel en París le llevaba a buscar siempre vías que no le costaran dinero.
Pero además las anilinas le supusieron otro gran descubrimiento: la intensidad del color. Su irrupción fue tan brutal, que le hizo tambalearse por completo, hasta el punto de que para final de año ya estaba entrando en el grafismo, como respuesta a las nuevas cuestiones aparecidas. Si había una incipiente "corporeidad" en el clarooscuro, esta salvaje aparición del color tuvo el peligro, como parece intuirse en algunos de los cuadros de este año, de conducirle a una descomposición impresionista.
Manuel Duque, Sin título, 1958
Manuel Duque, Sin título, 1958
Una de mis tesis es que Manuel era un formalista puro y duro, esto es, su interés plástico se centraba en los cuerpos, en las morfologías, y su relación con el entorno, en la representación (sí, "representación") del espacio, en "cómo se ve" todo eso y en cómo se plasma, y que si se quiere comprender su "verdad artística", la razón estética que anima su busqueda, se ha de entrar por este camino.
Otra consideración que me gustaría hacer es referente "al cambio". A pesar del colorido y del cambio de técnica, en un sustrato más básico, la estructuración de los cuadros continúa siendo la misma: se adivina el movimiento en diagonal o de giro de la mano y las focalizaciones centradas en los pliegues principales. Más allá del color, es fácilmente distinguible el clarooscuro.
Manuel Duque, Sin título, 1958
Manuel Duque, Sin título, 1958
¿Por qué se permitió seguir ese camino? Manuel era metódico y riguroso, y si no hubiera tenido un sincero interés en esta vía nunca la habría seguido. La aparición de la línea supone la aceptación de una morfología que se destaca en positivo sobre el gaseoso amasado del clarooscuro. La línea, como elemento ya afirmativamente corporeo desde un punto de vista figurativo (figurativo de figura quiero decir), es ya mucho, muchísimo más, que aquella incipiente coagulación atmosférica que investigaban los cuadros del 55 al 57: es ya una cosa.
Manuel Duque, Sin título, 1958
Manuel Duque, Sin título, 1958
Aceptar esas rayas como motivo principal del trabajo pictórico supone el avance de una "proto-figuración" que le sitúa inequívocamente en la senda de su trabajo futuro. El grafismo supone, por derecho propio, un sólido escalón en el trabajo de "rehabilitar la pintura" que quiso ser la obra de Manuel. Y las anilinas de 1958 constituyen la puerta de entrada en esta fase. De ahí la naturalidad con la que trabajó con ellas.
Frente a la disolución impresionista de la forma, en Manuel se consolida la voluntad de estructura, la apuesta por la morfología, por la figura. Y así, rápidamente, liquidó el colorismo en favor de la orgullosa constructividad de la línea. De pronto, estamos ya inmersos en un nuevo problema: el grafismo.
He publicado toda la obra de la que dispongo de este momento de transición, 1958, dentro del apartado RAZÓN EXPERIMENTAL de este mismo blog, bajo el título TRANSICIÓN AL GRAFISMO, obras. El enlace lo teneis a la derecha, pero también lo escribo a continuación: es http://manoloduque.blogspot.com/p/transicion-al-grafismo-obras.html
javier segurado
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