En el año 1954 Manuel se traslada a París. Comienza entonces una incansable búsqueda, al mismo tiempo que se dedica a visitar los museos y galerías de arte de la ciudad y a frecuentar los círculos artísticos, entonces en plena efervescencia. Este primer año es clave porque, rápidamente, se hace una composición de lugar que le permite situarse en una sólida base, el papel vacío, y desde ahí comenzar el resto de su vida. En este primer año hay dudas, incertidumbres, pruebas que no cuajaron (probó de todo), pero sobre todo puede verse el empeño de encontrar un comienzo, una manera de construir en ese vacío. Él mismo lo explica:
"Para poder empezar desde cero pasé mucho tiempo reflexionando sobre cual era el principio de lo visual, desde que valores tenía que comenzar a trabajar. Traté de tomar la pintura por su base, por donde su visualidad empieza, llegando a la conclusión de que la visión se inicia en un juego de luz. Si había llegado a proponer una ecuación- luz, volumen, espacio y tiempo- tenía que llegar a transformarla comenzando de cero, es decir, por el claro y oscuro, que es el primer valor. Así comencé con una pintura blanca. Pero necesitaba añadirle algo más, necesitaba que algo surgiera en visualidad de esa nada. Entonces, a veces con el mango del pincel rallaba la pintura, para que aparecieran unas transparencias. Probé a introducir el negro mezclándolo con el blanco, estructurando formas gestuales, siempre desde la ecuación, mirando de trasformarla.
En ningún momento quise expresar el vacío. La única cosa que buscaba era encontrar nuevos valores pictóricos en lo que yo llamaba un problema de luz. Klein ya era el vació, el monocromo. Yo lo consideraba muy válido para nuestra sociedad, siempre dentro de lo que yo he definido como un academicismo. Klein era un academicista que construía sus teorías dadaístas. Pero yo no era monocromo. Yo tenía dos colores, el blanco y el negro, que ya era, no algo, sino mucho más.
También decidí que tenía que evitar toda materia en mi pintura. cuando yo llegué a París, el gran valor que había era la materia, la búsqueda de ésta y de lo informal. Cualquier cosa valía para hacer arte, y esto, siempre atribuido a dada. Y además casi siempre desde el collage que, desde Braque y todos estos continúa incluso hasta hoy día.
Así, no es que en esa época no me interesara la materia, es que la materia fue uno de los primeros valores a los que me enfrenté. Por eso utilicé mucho el papel, el único material que no admitía la materia, y el Gouache, que era lo más ligero. Pero sobre todo pinté mucho con tinta, aunque siempre con materiales muy malos por mis problemas económicos. Utilizaba anilinas, que era el procedimiento menos sólido que conocía, y también el más barato.
A veces usaba formatos horizontales, a veces verticales. Más o menos siempre eran los mismos por que como no tenía paciencia para cortarlos yo, mandaba que me lo hicieran. Pero en fin, no creo que una obra de arte dependa del formato, aunque reconozco que las cosas grandes tienen un valor objetivo.
Trabajé durante bastante tiempo con sólo estos dos colores. No me abrí de repente al color por que no le encontraba sentido desde el claro y oscuro, pues el blanco y el negro ya me daban unos valores al principio. Era una posición muy intelectual- no la pintura sino la reflexión-. Yo comencé intelectualizando mucho las cosas, cosa comprensible pues había ido a París a conocer. Pero poco a poco, olvidándome de esto, me dejaba llevar por la propia pintura, hasta que llegó un momento en que el blanco y el negro me pedían algo más: necesitaba el color. entonces sólo me permití los colores primarios: azul, amarillo y rojo."
Manuel Duque
(extracto de Entrevista con Maite Barrio)
(extracto de Entrevista con Maite Barrio)
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