Para 1959 el grafismo ya le había revelado a Manuel la estructura de su naturaleza. La desaparición del fondo había aislado al objeto/grafismo potenciando su individualidad. Pero pocas veces recurrió a dejar toda la expresividad del cuadro a la forma del trazo. Sólamente ocurre esto con algunas tintas negras. En los demás el acento sigue puesto en el cuadro como totalidad, y no en los grafismos en sí. La forma de estos será crucial para el resultado final, pero lo verdaderamente importante es el cuadro como unidad de visión. Llamar grafismos a estos cuadros confunde un poco. Más exacto sería llamarlos "construcciones gráficas".
Manuel Duque, sin título, 1959
Manuel Duque, sin título, 1959
Destacaré tres factores, a mi entender centrales, a la hora de clasificar los cuadros de esta época que abarca de 1959 a 1961/62:
a.- La morfología ergonómica del trazo: su forma como resultado de su construcción mediante el gesto. Cómo cubrirán los grafismos la tela dependerá del tamaño de éstos, cuya dimensión será dependiente de su movimento generador:
a.1.- por movimento, lineal o de giro, de la muñeca/antebrazo: líneas rectas, líneas curvadas, líneas en bucle, líneas en zigzag.
a.2.- por movimiento, lineal o circular, del brazo desde el hombro/codo: largas líneas serpenteantes, líneas en diagonal, líneas en arco enmarcando el cuadro, líneas en grandes eses y bucles.
Manuel Duque, sin título, 1960
Manuel Duque, sin título, 1960
Manuel Duque, sin título, 1960
b.- El tamaño del pincel, que se traduce en distintos grosores de línea. Lo más habitual es que utilice un mismo tamaño de pincel, o fino o grueso, pero tambien explora la combinación de ambos.
Manuel Duque, sin título, 1960
Manuel Duque, sin título, 1960
Manuel Duque, sin título, 1960
c.- La composición propiamente dicha, la construcción de la imagen en la superficie (siempre) rectangular del cuadro. Hay veces en las que subraya los límites del papel, pero casi siempre los obvia, concentrándose en la imagen, que queda dentro, estructurada por un centro: las líneas se apelmazan contra éste, o bien lo evitan girándo a su alrededor. La figura es altamente autónoma, y conserva una cierta independencia respecto al papel, si bien acaba delimitada por éste. Pero no es tanto la imagen la que se ciñe al soporte, sino que, en gran medida, es éste el que atrapa a aquella, como un catalejo que busca en el horizonte, encuadrándola , recortándola y haciendo coincidir sus geometrías.
Manuel Duque, sin título, 1960
Manuel Duque, sin título, 1960
Manuel Duque, sin título, 1960
Así, al principio, en una mirada diacrónica, tras haber vaciado el fondo en 1959 encontramos unos cuadros construidos por líneas de pincelada más o menos ancha que en su trayectoria en zigzag barren su superficie manchándola. Cada color se aplica con un único gesto/trazo, dos a lo sumo. Cada cuadro lleva tres o cuatro colores, no más. Los trazos se superponen unos con otros, modelando algo como un volumen en el centro del papel, una suerte de cuerpo, de figura desdibujada que adquiere consistencia. Esta composición tridimensional, volumétrica, se puede considerar el púnto álgido de aquella corporeidad incipiente del clarooscuro. Si bien en el 59 ha superando definitivamente el amasado de atmósferas de la etápa anterior, la nueva técnica del grafismo continúa trabajándo el mismo motivo.
Manuel Duque, sin título, 1959
Manuel Duque, sin título, 1959
Manuel Duque, sin título, 1959
Durante el año sigiente, 1960, el trazo se vuelve límpio y nítido. Los cuadros se pintan a base de "hacer rayas de colores", perfectamente aisladas, perfectamente separables. Las composiciones siguen estructurándose en torno al centro, pero la imagen va a perder grosor. Aquella corporeidad va a desaparecer y el cuadro resultará en una suerte de bajorrelieve de poco espesor, en el que danzan, desenfrenadamente, los trazos de color, cortos y enérgicos. Trabajará con el pincel fino, con el pincel más grueso o combinando ambos.
Manuel Duque, sin título, 1960
Manuel Duque, sin título, 1960
Manuel Duque, sin título, 1960
A veces estos trazos cortos, pintados en zigzag, resultan en una mancha. En 1961 el interés de Manuel se derivó hacia este nuevo elemento. La mancha de color emergerá de entre los grafismos con voz propia como nuevo protagonista del cuadro, abriendo una puerta hasta entonces inexplorada. Estas grandes manchas de color se construyen con un trazo rápido en barrido o en zigzag. Las manchas se compactan en el centro de la imagen, encajándose casi como un puzzle: el centro del cuadro actúa como un imán, como un sumidero en el que convergen estas intensas placas tectónicas de color, pero al precio de volver plana la imagen, prensando aquel bajorrelieve en un mosaico de chorros de color.
Manuel Duque, sin título, 1960
Manuel Duque, sin título, 1960
Manuel Duque, sin título, 1960
Estos últimos cuadros llegaron a su punto culminante con las telas y papeles que pintó en Venezia en 1961 por encargo de Carlo Cardazzo, y que expuso parcialmente en 1962 en la Galerie Breteau en la exposición "Oeuvres de Venise". Con ellos estamos ante uno de los momentos más intensamente líricos de la pintura de Manuel, y en el que concluye un macro-periodo, el de la abstracción. A partir de Venezia, aunque siga adelante con los grafismos, éstos ya no serán lo mismo.
Manuel Duque, sin título, fechado 1960, atribuible a 1961
Manuel Duque, sin título, 1961
javier segurado
No hay comentarios:
Publicar un comentario