La pintura es un medio de afirmación visual. La diferencia entre la gente que pintaba y yo era que yo era un principio de las cosas y ellos todavía trabajaban en el final. Mis clarooscuros habían sido bien recibidos por que se había visto en ellos una negación de todo, y en cierta manera podían ser mirados así. Por eso tanto Julien Alvard como Pierre Restany me habían aceptado. Pero lo que no entendían es que mi propósito no era acabar sino comenzar. Mientras trabajaba en los clarooscuros todo iba perfecto, ya que el cero final y el cero principio eran prácticamente lo mismo. Pero cuando vieron apuntar el número uno ya no me aceptaron. Los grafísmos añadían algo visualmente activo, algo que se ve y que irrumpe con fuerza afirmativa en el cuadro. El primer elemento visual que se tiene es el punto, y su continuación, una “suite” de puntos, es una línea. Ésta era la verdadera razón del grafismo. Todos querían ver buscando la negación, pero el grafismo ya era algo que luchaba por afirmarse ante la visión.
Durante cuatro años había estado haciendo pintura blanca. Llegó un momento en que ésta fue evolucionando hacia una mayor afirmación de la pincelada. Entonces es cuando comencé a introducir un gesto, pero un gesto gráfico. Y de pronto me vi abocado a esta fase que yo llamo gráfica.
El gesto era la única estructuración que utilizaba. No quería construir por medio de una forma impuesta. El gesto me proporcionaba la forma. Pero tampoco se trataba de expresar un gesto. El grafismo es una especie de esqueleto, y era a estas rayas a las que había que dar vitalidad. El gesto era el único valor constructivo que yo tenía en una obra.
La pintura gestual de la época ponía el acento en proporcionar expresividad por medio del gesto del artista. En cambio para mí el gesto no era más que un medio para hacer viva mi grafía, un instrumento.
Hans Hartung, Composición, 1960
Georges Mathieu, Homenaje a la muerte 1952
Mark Tobey, Sin título 1960-62
Mark Tobey, Sin título 1969
Nunca he estado interesado en la caligrafía japonesa, aunque reconozco que muchas veces era muy sensible a ella. Pero no pienso que lo mío es caligrafía. Por eso lo de Tobey, en realidad, estaba mucho más cerca de Mathieu y de Hartung que de mi. La caligrafía japonesa está hecha a base de grafismos, pero no es lo mismo cuando yo hago un grafismo que un signo gráfico. El signo es un grafismo pero contenido.
Caligrafía de Sakurayama Hachimangu Shrine de Takayama
Caligrafía del Santuario Futasar de Nikko
Caligrafía del Templo Kinkakuji de Kyoto
Manuel Duque, Sin título, 1959
Manuel Duque, Sin título, 1958
Siempre me he dejado llevar más por mi pintura que por ninguna evocación de la naturaleza. Es lo que yo llamo pintura-pintura. Puede que algunas veces recurriera un poco a una cierta evocación de la naturaleza, pero ésta nunca era la base. Era la pintura por la pintura, es decir, el grafismo por el grafismo. Algunas veces el grafismo cogía un camino diferente porque me dejaba llevar por la invención, pero como principio me tenía prohibidísimo emplear la cabeza para pintar, emplear la invención, la imaginación. Me tenía que dejar llevar por la misma naturaleza del trazo, no por la cabeza. Porque yo pinto por series y así voy cambiando, pero esto ocurre poco a poco.
Manuel Duque, Sin título, 1959
Manuel Duque, Sin título, 1959
No es cuestión de pensar el cambio directamente, no quiero emplear la cabeza para cambiar las cosas, tiene que cambiar a base de sentimiento, a base de, no sé,.. Si vieras todo lo que no he expuesto, es que hay una cantidad de evolución del grafismo terrible, que no expongo. Hay algunos que son rectos, que son así, otros que son... se trata de darle una forma al grafismo y lo he hecho a base de rectas, a base de curvas, a base de...
Manuel Duque, Sin título, 1959
Manuel Duque, Sin título, 1959
Manuel Duque, Sin título, 1959
Cuando un cuadro era totalmente intelectual lo he abandonado y he vuelto a la emoción pictórica. Muchas veces me he dado cuenta de que estaba intentando darle un discurso al trazo y entonces lo he parado. Muchos pintores, como el mismo Picasso, han empleado siempre el discurso, han cogido un rasgo y han querido contar una cosa. Yo, en cambio, no he querido contar nada. Únicamente me he ceñido a la emoción.
Manuel Duque
(extracto de Entrevista con Maite Barrio)
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